Tecnología al rescate del planeta

Todas las miradas del mundo -al menos las preocupadas por el devenir del planeta azul- se dirigen estos días hacia Madrid. La capital española acoge la COP25, la conferencia sobre el clima que reúne a todos los mandamases del planeta para debatir sobre la que se ha convertido en la necesidad más acuciante de la humanidad: el futuro de la Tierra. Los jefes de todo el mundo tienen por delante una ardua tarea. La situación actual exige tomar medidas. Y pronto. Porque las cifras empiezan a demostrar que el cambio climático tiene serias consecuencias para la población. Y para muestra, las palabras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según los cálculos que manejan en este organismo, la contaminación del aire causa cada año alrededor de siete millones de muertes prematuras, el equivalente a 800 fallecimientos cada hora. 

El futuro del clima se decide en Madrid

Y mientras los gobernantes y magnates que mueven los hilos del mundo toman en Madrid decisiones a gran escala para tratar de poner remedio a este quebradero de cabeza, a lo largo y ancho del planeta surgen miles de innovadoras -y algunas veces inverosímiles- soluciones para mejorar de la mano de la tecnología los grandes males que arrastra el globo.

Hasta la fecha, la gestión de los recursos naturales no había sido una prioridad para el sector tecnológico. Las cosas empiezan a cambiar. China es uno de los países que lidera esta carrera. Algunos de los cacharros más sorprendentes se están desarrollando precisamente en este país, donde incluso ya juegan con la meteorología. Los chinos se han propuesto dejar de estar a merced de los cielos, y parece que no les va nada mal. El Gobierno del país asiático está realizando las primeras pruebas de una tecnología que les permitiría aumentar las lluvias en la meseta tibetana; una de las principales reservas de agua del país. El método consiste en instalar a lo largo de las montañas decenas de miles de cámaras de combustión. Dentro de estos aparatos se quema combustible sólido y se produce yoduro de plata, un compuesto químico usado en la creación de nubes. Los expertos chinos calculan que las decenas de miles de cámaras de combustión serán capaces de crear lluvia en un área de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, el equivalente a tres veces la superficie de España.

La revolución o el colapso

También se propuso hacer soluciones a lo grande el estudio de arquitectos Sheppard Robson, que hace unas semanas presentaba un sorprendente proyecto para solucionar la contaminación en Londres. En la ciudad del Big Ben erigirán el mayor muro verde de Europa, un ambicioso proyecto que llenará de 400.000 plantas la fachada del edificio Culture Mile. Los pequeños vegetales tendrán la tarea de absorber más de ocho toneladas de carbono y producir a cambio seis de oxígeno.

En esta misma línea se mueve el proyecto del joven mexicano Carlos Monroy, que ha desarrollado unos árboles artificiales capaces de filtrar tanta contaminación del aire como 360 árboles reales. Bautizado como BioUrban, estas peculiares torres están compuestas por miles de microalgas que limpian los contaminantes del aire.

También en México se desarrolla una iniciativa que tiene como vehículo para mejorar el planeta la pintura. El proyecto Absolut Street Trees está llenando la capital del país de murales gigantes hechos con pintura Airlite, cuyos compuestos permiten purificar el aire contaminado en un proceso similar al de la fotosíntesis. Cuando la pintura se expone a la luz solar, el aire que la rodea se oxigena a través de una reacción química. Tal y como defienden los creadores, los murales podrían llegar a neutralizar el equivalente a la contaminación creada por unos 60.000 vehículos al año.

Presencia de los gigantes

Los gigantes tecnológicos no quieren dejar pasar la oportunidad. IBM, por ejemplo, está desarrollando una serie de robots microscópicos para limpiar los océanos. A través de este proyecto se soltarán minúsculos robots en varias zonas para realizar una monitorización constante y en tiempo real del estado del agua, de modo que se pueden predecir fenómenos como las mareas rojas antes de que ocurran. También en Róterdam cuentan con tecnología para mejorar el estado del agua. En el puerto de esta ciudad tienen un robot en forma de tiburón bautizado como Waste Shark. Este cachivache, inspirado en la forma de alimentarse del tiburón ballena, tiene la capacidad de recolectar hasta 500 kilogramos de basura flotante en el puerto. Existe ya en el mercado una nanoesponja que puede absorber fácilmente el petróleo del agua. Este bloque de espuma, parecido a un almohadón, se exprime y se puede volver a usar de nuevo para seguir recogiendo más crudo. Algo más llamativa es White Coat, una ingeniosa máquina desarrollada por un grupo de japoneses que es capaz de reciclar los residuos de papel de oficina y convertirlos en papel higiénico.

ÁRBOLES DE METAL

Estas peculiares torres de metal bautizadas como BioUrban son una especie de árboles artificiales de unos 4 metros de alto que son capaces de filtrar tanta contaminación como 300 árboles reales. Están compuestos en su interior por miles de microalgas y cuestan alrededor de 50.000 euros cada unidad.

UN TIBURÓN CONTRA LA BASURA

Este peculiar robot recorre a diario el puerto de Róterdam para recoger todos los residuos plásticos que se tiran a las aguas del mar. El Waste Shark recrea la forma de alimentarse del tiburón ballena, pero en vez de ingerir peces recolecta hasta 500 kilogramos de basura flotante, previniendo así que acabe en el mar.

MUROS VERDES

Este proyecto, que se construirá en Londres, servirá para luchar contra la contaminación de la ciudad. Se construirá en un edificio de Culture Mile, sobre el que se erigirá un gran muro verde compuesto por más de 400.000 plantas, que serán las encargadas de absorber más de ocho toneladas de carbono.

Autor: Sara Cabrero

Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/noticia/mercados/2019/12/08/tecnologia-rescate-planeta/0003_201912SM8P15991.htm

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2 comentarios

  1. william rojas vasquez
    7 diciembre, 2019
    Responder

    Que maravilla!

  2. maria pineda
    7 diciembre, 2019
    Responder

    Me parece una excelente iniciativa.

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