Anteriormente, los anuncios en la televisión no estaban confinados solo a la pausa publicitaria. En algunas cadenas, los anuncios también aparecían en programas especiales, en los que mostraban los mejores anuncios del momento o los ganadores de algún certamen de publicidad de renombre. Eran selecciones de anuncios que eran emitidos a propósito y que los espectadores los veían también buscándolo. Era uno de esos elementos ‘cool’ de la programación.
Los espectadores veían aquellos anuncios porque eran llamativos, creativos,inesperados y la mayoría de las veces eran mensajes publicitarios que no se podían ver en el lugar en el que se estaban emitiendo. Era la época pre-YouTube y antes del viral de internet, pero los anuncios lograban despertar una atención especial.
La televisión tuvo años dorados donde la publicidad era admirada por sus originales anuncios, esloganes y «coletillas». Era suficiente para que los consumidores salieran a la calle a contarlo repitiendo el último claim de moda.
Ahora, unos años después, las listas de virales de la red incluyen anuncios, cierto, pero suelen estar tomadas por vídeos de canciones y música. El vídeo más visto de la historia en YouTube es el de Despacito y no el anuncio viral aquel que todo el mundo parecía haber estado compartiendo en un momento. Pero no solo eso: la percepción de las cosas también ha cambiado. Los anuncios ya no darían para un programa cool porque han dejado de serlo. Para los consumidores, la publicidad ya no es ni sorprendente, ni emocionante, ni llamativa. Simplemente es una molestia.
Es cierto ha cambiado mucho el mundo de la publicidad.
Es evolución, a veces para bien otras no tanto.