El Papa Gregorio XIII nombró a Santa Cecilia de Roma como la patrona de los músicos en el año En 1594. Desde entonces, se convirtió en la máxima expresión musical de la Iglesia Católica.
Cecilia de Roma, beatificada, consagró su virginidad a Dios, fue obligada a casarse. Con toda probabilidad, Cecilia, como hija de una familia acomodada fue instruida en la enseñanza de algún instrumento musical. Probablemente la lira, el arpa o la cítara. Según cuenta la historia, el día de su matrimonio le cantó a este ser supremo, pidiéndole fuerza para afrontar la situación, dice la historia que cantó a Dios en su corazón rogando que le permitiera mantener su virginidad.
Según el Papa Gregorio XIII, la santa siempre “había demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos”. Y continuó: “Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música”.
Sin música el mundo sería gris.
La música es vida, es pasión. Interesante la historia.