Hoy por hoy, si hay un rey indiscutible de la sociedad moderna, ese es el plástico. Pero se trata de un rey con poca salud y contra el que numerosos expertos, activistas, empresarios y políticos se han levantado en armas. En este siglo, hemos visto cómo el plástico crecía, triunfaba y se volvía un enorme problema de contaminación.
Y ahora que queremos quitárnoslo de encima, nos damos cuenta de que no podemos vivir sin él. Por eso, la guerra contra el plástico parecía meternos de cabeza en esos cinco días de anarquía de los antiguos persas: un salvase quién pueda. Pero no: a día de hoy, hay muchas alternativas que sueñan con llegar al Trono de Plástico.
En realidad, todo nace de una reflexión muy razonable. Si no podemos deshacernos de todo el plástico que usamos, pero nos está haciendo mal: quizás sí podamos reemplazarlo por materiales con características parecidas, pero sin esos problemas sanitarios, ecológicos o industriales.
Y en ello estamos. A contra reloj, además. Porque las empresas e institutos de investigación tienen bastante claro que el momento cero de las alternativas al plástico es ahora: la sociedad es sensible al problema y la política está más que abierta a buscar soluciones. En este contexto, el que llegue primero puede llevarse buena parte del pastel. Y, ojo, no faltan participantes en la carrera, tantos que en esta entrega solo repasamos algunos: los más curiosos o los que más potencial parecen capaces de desplegar.
Bioplásticos
La primera opción que nos viene a la mente es el plástico basado en plantas. Estos bioplásticos están construidos con distintas biomoléculas complejas como el almidón de patata, el almidón de maíz, la lignina o la celulosa. Son totalmente biodegradables y, durante su vida útil, tienen cualidades muy parecidas al plástico habitual.
Hay muchos centros, empresas o asociaciones como Full Cycle Bioplastics, Biome Bioplastics, Asobiocom, Elk Packaging, Biocane y VTT Technical Research Center de Finlandia que están trabajando en biopolímeros capaces de sustituir al plástico. Y aunque no hemos conseguido un sustituto universal (todavía) sí tenemos biosoluciones para cualquier problema.
Lactoplásticos
En 1897, mientras investigaban con distintos materiales para desarrollar u material impermeable, Spitteler y Krische descubrieron que la caseína (una proteína de la leche) se volvía dura e insoluble al tratarla con formaldehído. Nacían así los plásticos de caseína y se hicieron muy populares: rápidamente se utilizaron para fabricar pequeños objetos decorativos (botones, hebillas, mangos de paraguas, joyas, etc…) y así sustituir el marfil y el carey. Pero pronto descubrieron que se quebraba con mucha facilidad.
En los últimos tiempos hay numerosos investigadores empeñados en revitalizar la idea de convertir la caseína en un material biodegradable capaz de competir con la rigidez y la compresibilidad del poliestireno. Las aplicaciones son muchas, pero aún queda mucho trabajo para conseguir un material óptimo. Eso sí, si lo consiguen, sería la leche.
debemos pensar en el planeta
espero tengamos una pronta solucion de este problema.