CINCO CUENTOS EN MINIATURA

A continuación les presentamos una serie de 5 cuentos en miniatura realizados desde Venezuela.

 

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#1

Cuentos-01

 

Manchada:

El la observaba boquiabierto mientras recorría con un dedo sus costillas. Ella tenía muchas pecas, que le cubrían los hombros, le poblaban el rostro y le bajaban por sus pechos. El sentía que podía perderse entre tantas pecas, como si estuviese en un laberinto. Un Teseo abandonado ante el inminente ataque de la bestia que lo espera. Ella le rasguñaba la espalda y gruñía en su oído. Entonces, sus pecas se fueron convirtiendo en manchas, y poco a poco se fue transformando en un jaguar. Ella lo devoró.

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#2

Cuentos-02-02

 

Vón:

Sean Connery sufría de pesadillas. Cada noche se despertaba bañado en un sudor frío que empapaba la almohada y con una fuerte opresión en el pecho, allá, mucho más profundo que lo que su torso lleno de vellos blancos podía mostrarle. Llevaba, si no recordaba mal, treinta años soñando con la misma imagen que lo atormentaba sin tregua. Vestido con smoking, se abría paso entre decenas de soldados rusos que mandaba volando con golpes de kung-fu. Con los enemigos soviéticos derrotados tenía plena libertad de dirigirse a una enorme cama situada al final de la base enemiga donde lo aguardaban tres preciosidades en escasa ropa. El señor Connery se arreglaba la corbata y con una ceja levantada y cara de picardía se dirigía a observar de cerca a aquellas diosas llenas de lascivia. Pero en el momento que se acostaba en la cama ellas empezaban a reírse. El, con horror, se daba cuenta que estaba desnudo y que no tenia pene, ni bolas, ni nada. Parecía un muñeco ken. Ellas gritaban: llámame vón, hue-vón. Cada noche igual: despertaba aterrorizado y tocándose la entrepierna.

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#3

Cuentos-03

Diez millones por el pecho:

Un día el ex-presidente, mientras inauguraba alguna vaina en un rincón remoto del país, sintió como sus intestinos se aflojaban y un dolor punzante empezaba a invadirlo. Se estaba cagando. Cómo pudo, se excusó del público de zombis que lo observaban y corrió en busca de un baño. No encontró nada cerca. Vio, a lo lejos, un camión mezclador de cemento y se montó como pudo en el asiento mientras gritaba al conductor: arranca que me cago. El chofer no dudó dos veces del mandato porque también era zombi y a lo mejor llegaba esa noche con nevera nueva a la casa. Recorrieron un trecho hasta que apareció como por arte de magia un baño portátil de color verde que los obreros usaban para satisfacer sus necesidades. El ex-presidente entró corriendo, pasó el seguro a la puerta y rebajó un par de kilos. Luego, cuando salió, un nuevo grupo de zombis lo esperaban con caras de maravillados. Le dio la mano a cada una de ellos (la mano con la que se había medio limpiado el culo) y se marchó a Caracas. Esa noche contó en cadena nacional su anécdota. Muy orgulloso, claro está. En sus casas, los zombis se olían la mano que le habían dado al ex-presidente y sonreían felices cuando el olor a mierda invadía sus narices.

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#4

Cuentos-04

 

Parrilla:

El niño guardó el colmillo de leche bajo la almohada. Se durmió pasando la lengua por la encía, por la herida abierta dejada ante el vacío del diente. En la madrugada lo despertó un grito atroz y un olor a parilla que se colaba por la ventana. Los padres del niño entraron corriendo a su cuarto sin saber qué pasaba. El papá, tapándose la boca, ordenó a la mamá a que se llevara al hijo a otro lado. Una hora después bomberos y policías retiraban del alambrado eléctrico los restos de una muchacha con alas de mariposa.

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#5

Cuentos-05

 

Back to the Past:

Arturo pasó toda su vida construyendo una máquina del tiempo. Con ya una avanzada edad logró culminar su proyecto: un casco intertemporal. Se lo ajustó a la cabeza y enseguida pensó en regresar a 1985, año en que había conocido a su difunta esposa. Volver a verla lo llenaba de emoción. Programó las coordenadas del viaje y tras unos zumbidos desapareció. Sin embargo, en el túnel del espacio/tiempo el casco que tenía no funcionó de mucho contra un DeLorean DMC-12 que avanzaba contra él a unas 88 millas por hora, y que lo atropelló sin reparos. En 1985 un joven Arturo que caminaba agarrado de manos con su novia, miraba hipnotizado a un viejo moribundo y ensangrentado que se había aparecido de la nada frente a sus ojos. Pero las feromonas fueron más fuertes, y terminó yéndose al motel más cercano con su novia.

 

Fuente: www.guatafoc.net

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Alexandra Ramirez Escrito por:

2 comentarios

  1. Ali
    25 julio, 2016
    Responder

    Interesantes cuentos jeje!

  2. joao
    25 julio, 2016
    Responder

    Buen artículo! 🙂

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