¿A quién le importa quién es Banksy?

Un estudio cree haber descubierto su identidad. Pero, ¿queremos saber quién es el hombre que está detrás del popular grafitero?

Una de las obras más conocidas de Banksy

Desde mediados de los años noventa, y mediante el uso de técnicas propias del arte urbano como el graffiti y el stencil, Banksy ha denunciado en muros de medio mundo situaciones de desamparo, abuso de poder e injusticia social, posicionándose además, en numerosas ocasiones, en contra de la hipocresía de los procesos bélicos y el aparato militar occidental a través de la sátira y el sarcasmo. En realidad, subyace a toda su obra una reflexión sobre el sistema de valores de las sociedades modernas, que se construye, a modo de crítica, con paradojas y absurdos lógicos que pretenden provocar una cierta inquietud moral en aquellos que la contemplan. Podría decirse que hay algo de hipnótico en el contraste de ideas que utiliza para, por ejemplo, reivindicar la paz o ironizar sobre el sistema. Algo de mágico y misterioso a lo que, sin duda, contribuye su trabajado anonimato.

Nadie sabe quién es Banksy. Lo único que sabemos de él es que ha decorado las paredes de Londres, Nueva York, Los Ángeles, Toronto o Palestina con las ideas políticas, artísticas y éticas que cuidadosamente almacena en sus sprays. No existen más datos fiables sobre su persona. Y tal vez haya sido precisamente esa condición de enigma la que, sin desmerecer su talento, ha incrementado el interés del mundo por su obra. Ha logrado crear un personaje magnético a base de no crear personaje alguno.

La cuestión es si queremos saber o no quién es el Bruce Wayne que está detrás de Banksy. Cuánta verdad seríamos capaces de tolerar

Lo ha desprovisto de historia, de rasgos de la personalidad, de señas de identidad. Lo ha construido a la contra, haciendo de cada incógnita un atributo. Porque a veces no hay mejor forma de hacer algo que deshaciéndolo. Claro que una cosa es la imagen -o la sombra- que ha querido proyectar de sí mismo y otra muy distinta es quién es él en verdad. Porque si Banksy es Batman, entonces, a la fuerza, ha de haber un Bruce Wayne.

La cuestión es si queremos saber o no quién es el Bruce Wayne que está detrás de Banksy. Cuánta verdad seríamos capaces de tolerar. Me pregunto, por ejemplo, cómo reaccionaría la ciudad de Gotham si supiese que el hombre enmascarado que custodia sus calles oculto entre las sombras es realmente un millonario excéntrico y seriamente perturbado que, siguiendo un claro patrón de causa y efecto propio de un cuadro de trastorno por estrés postraumático, un buen día decidió ponerse una capa y salir a la calle a combatir el mal. Uno no necesita descubrir la verdadera identidad de sus héroes. Todo lo contrario. La humanización, por definición, reduce el mito. Lo priva de magia y misterio. Lo convierte en algo que, en el fondo, no difiere demasiado de lo que eres tú. Con tus vicios, tus carencias y tus debilidades. Averiguar que tus héroes no son otra cosa que tipos comunes y corrientes implica, como poco, correr el riesgo de dejar de admirarlos.

Una niña cachea a un soldado, otra de las obras del grafitero Banksy

Banksy y la supresión de su anonimato produciría una disociación entre la persona y el personaje que nos igualaría a la primera al despojar de sustantividad al segundo. Insisto en que nadie quiere saber que sus ídolos son hombres medianos. En que nadie quiere saber que detrás de sus héroes solo hay una persona normal. Una persona sometida, como cualquier otra, a la cotidianidad.

Ahora bien -continúa-, ese desplazamiento de la identidad hacia la fuga es capturado por los instrumentos semióticos o epistémicos del capitalismo, del sistema, y el seudónimo, tal significante, pasa a funcionar como logo, como marca. Como fetiche. El fetiche cuenta con un aura que se desea poseer y que es de por sí inaprehensible. Entonces lo que se posee es el objeto, es el concreto-material, en este caso, la «identidad real» del artista, el «individuo» que constituye al artista, digamos. Ese morbo es lo que se busca, esa posesión de la intimidad de lo que fascina o repele, de lo que genera algún tipo de afección. Es una postura que permite clasificaciones y, por lo tanto, control. Del control y de la sociedad de control en general es de lo que huye el street art, además de denunciarlo, y tiene que huír, pues es perseguido en muchas ocasiones. En casi todas las que el artista no cotiza al alza en el mercado del arte».

Dos policías británicos se besan en una de las obras de Banksy

Los investigadores han concluido que Banksy se llama Robin Gunningham, tiene 42 años, es natural de Bristol, donde suele acudir a un parque, a un pub y a un apartamento, y tiene tres residencias en Londres. Por otra parte, Spencer Chainey, experto en Seguridad y Ciencias Criminales en la University College de Londres, manifestó sus dudas sobre tales conclusiones y declaró que el estudio no cumple con los estándares habituales de las ciencias forenses.

Y bien se vale preguntarse… ¿Importa quien es Bansky? , más allá de lo expuesto por Baceiredo, puede importarle quién es Banksy. ¿Quién necesita saber?, que se trata de un cuarentón vano que se oculta tras su obra porque no es capaz de ser Frederick Henry -es decir. Yo no quiero saber qué clase de amistades tiene, cuáles son sus vicios o si es tartamudo. No quiero saber si cuando termina de pintar una paloma de la paz con un chaleco antibalas o a un rebelde lanzando a los antidisturbios un ramo de flores se vuelve a su pub de Bristol para emborracharse y comportarse como un cretino. Cuando le preguntas a un niño cuál es su superhéroe favorito, la respuesta siempre suele ser Superman, Batman o Spiderman. Ninguno menciona a Mr. Fantástico, uno de los pocos cuya identidad es pública. Todo el mundo sabe desde el inicio que es el aburrido de Reed Richards.

Dos policías británicos se besan en una de las obras de Banksy

En cierta ocasión, Banksy comentó: «Una pared es un arma muy grande. Es una de las cosas más desagradables con las que puedes golpear a alguien». Déjenme seguir creyendo que el tipo que dijo esto es un crack, caramba. No nos hagan trizas la ilusión.

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0xhresult1994 Escrito por:

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